lunes, 16 de febrero de 2009

El primero...

Carlitos tiene 4 añitos. Nunca lo he visto con zapatos puestos, ni pantalones, ni calzoncillos. Nunca habla, rara veces ríe. Es el segundo hijo de Neyda y Leopoldo, la familia mas pobre que he conocido en Santo Domingo, viviendo en un cuarto de 4x4 mts. de latas y palos maltrechos que se sostienen con clavos oxidados. Apenas entras quieres salir, pero salir corriendo, a veces es mejor no ver, no reconocer, no dar existencia a una miseria tan deprimente tan cerca de uno., no vaya ser que la conciencia te remuerda el resto de los días. En la "casa" hay 2 mesas a cada lado de la puerta tapadas con ropa sucia, restos de comida, platos y utensilios sucios cubiertos de insectos y baldes con agua de distintos tipos. Hay una bolsa de tomates pudriendose bajo la segunda mesa y otros sacos llenos de algo que le gusta a las moscas porque están por todos lados. Un colchon desarmado descansa sobre bloques de cemento en un rincon donde duermen todos apilados. El piso de barro está cubierto con granos de arroz, piel de frutas, todo lleno de hormigas. Afuera el piso esta negro donde Neyda cocina con leña el arroz de cada dia. Alrededor de la casa no hay sino basura, desechos que se convierten en los juguetes de Carlitos; un día lo pillé juguando con una lata oxidada de zinc, otro dia recogí clavos del piso para que no los pisara, un domingo jugaba con un patin viejo y sucio que encontró por ahi. Esta es la casa de Carlitos.
Cada vez que lo veo tiene un corte nuevo en la cara, en el cuerpo, cada dia tiene un brote nuevo, una alergia en alguna parte de su diminuta geografia que se lo come de a poco. Tenía una alergia tan grave bajo el bracito un dia, luego una infeccion en la colita y pubis, luego un corte que le bajaba por toda la carita...cada vez tiene una nueva marca en el cuerpo.

Siempre le llevo algo, una mandarina, un dulce, algo, al principio de chevere, pero después nos dimos cuenta que Carlitos tenía tanta hambre que era necesario. Ahora me ve llegar y se queda ahi, sabe que algo traigo, se acerca, coge la mandarina pelada y corre detras de la mamá nuevamente. Hay días que deja que me acerque, me presta atención, hasta deja jugar y reirse, pero otros la angustia es demasiada y se esconde, porque Carlitos tiene una angustia tan grande en la cara, sus ojitos negros te miran y te dicen que algo no está bien, mas allá de la miseria y la basura y su desnudez, su hambre y abandono, hay algo que está malo y no lo puedo arreglar...

Por eso escribo de Carlitos, quien ha sido el recordatorio mas fino de mis propias limitaciones. De lo bajo que hemos caído. De lo poco que en verdad puedo hacer...Hoy el di una mandarina, pero mañana? Carlitos no irá a la escuela, pues la mamá no tiene cédula, entonces no los puede registrar, que va, la mamá no puede ni asegurarles comida 2 veces al día, y como ella no lee cómo entiende que sus hijos deben poder hacerlo. Será un enfermizo toda la vida, pues la desnutricion y enfermedades reiteradas en la infancia marcan la salud en la adultez, y carlitos lleva las marcas de la pobreza en su cuerpo...pensar no conviene, cuantos carlitos más hay? No solo aqui, sino en todo el continente, y el mundo entero? Que se puede esperar de él, que ha crecido en las condiciones mas inhumanas que jamás he visto? Será un delincuente? Será drogadicto, pandillero, chiripero toda la vida? Será posible que Carlitos crezca sin resentimiento a un mundo que no le ha dado ni la mas minima oportunidad, y mas aun, a nosotros, los que gozamos de bienestar todo el tiempo...que podría pensar de nosotros?

Y mas aun me pregunto...en verdad qué puedo hacer? Carlitos camina por todos lados sin ropa, pero en realidad, el desnudo soy yo.

Aqui es donde me niego a caer. Si estoy aqui frente a él todas las semanas es porque esto me toca, este es mi lugar hoy. Sé que Dios me está mostrando esto, este pequeño cuerpo dominicano, ultrajado de pobreza, es porque aqui también puedo sembrar algo, aún con todas mis limitaciones, fruto puede nacer - si puedo impactar a Carlitos, y no solo a él, sino a toda su familia y muchas familias mas con unas sencillas viviendas de emergencia, con mi compañía, con unas mandarinas, con un abrazo, bueno, esto daré, sabiendo que no es suficiente, nunca es suficiente, pero tal insuficiencia alimentará el deseo de ser cada día mas grande por amor a la tierra y sus hijos mas desposeídos - y ese es el mensaje, que la mirada de Carlitos no produzca ceguera en nosotros, sino hambre, que no nos paralice ni ensordezca, sino nos provoque la sed mas seca, que no nos entibie la compasión, sino que nos queme la sangre.